domingo, 11 de febrero de 2024

"Una sonrisa para cada día". ESO, CFGB y Bachillerato. 2ª SEMANA DE FEBRERO.

 


II SEMANA

Lunes: ¿TIENES DERECHO A QUEJARTE?

¡Buenos días! Si tienes una comida en el frigorífico, ropa para vestirte, un techo que te proteja y una cama donde dormir, eres más rico que el 75% de la humanidad.

Si tienes dinero en el banco y en la billetera y aún te sobran unas monedas, estás entre el 8% más rico en el mundo. Si te despertaste ésta mañana con más salud que enfermedad, eres más afortunado que el millón de personas que sobrevivirá ésta semana.

Si nunca has experimentado el peligro de la guerra, la soledad de la prisión, la agonía de la tortura o los dolores del hambre, estás mejor que 500 millones de seres humanos. Si en los últimos días pudiste ir a la iglesia sin miedo de ser hostigado, arrestado, torturado o asesinado, eres más afortunado que 3 mil millones de habitantes de la tierra.

Si tus padres viven y aún están casados, eres un ser raro en el mundo.

Si puedes levantar la cabeza y sonreír, eres bendito porque la mayoría, aunque podría, no lo hace. Si puedes leer este mensaje eres doblemente feliz, pues sabes que alguien pensó en ti y, además, no eres uno de los 2 mil millones de personas que no saben leer. Cuenta tus bendiciones y no olvides lo afortunado que eres.

¡DALE GRACIAS A DIOS!

Martes: ¡POR FAVOR, CALLA!

¡Buenos días! Al hablar de alguien...

Si tus palabras no son mejores que tu silencio... ¡Mejor callar! Si lo que vas a decir puede doler a alguien…¡Déjalo...! ¡Mejor callar! Si lo que vas a decir son rumores,  y no estás seguro de que  sean ciertos…¡Olvídalo! ¡Mejor callar!

Si vas a hacer un juicio  temerario sin tener suficientes datos para juzgar...¡Mejor es que te calles!

Calumnias, mentiras, chismes...¡No debieran salir de nuestra boca! A todos nos toca el crear un buen clima entre nosotros. Todos sufrimos con los chismes. No les sigas la conversación a los que critican y chismorrean de otros. Allá ellos.

Recuerda que todo lo que va... regresa. Tal como juzgues serás juzgado, y como trates serás tratado. ¡Pura experiencia de la vida!

 Miércoles: MIÉRCOLES DE CENIZA 

¡Buenos días! Otra vez estamos aquí, en el tablero de este gran juego que es la vida, con sus fiestas, pero también con su rutina. Después del puente de carnaval no sé si estamos como para mover ficha. ¡Estábamos tan bien en casa o en la calle, que no nos importaría estar toda la vida sin tirar!

No sé si te va a animar lo que viene o te va a poner el cuerpo más cenizo. Hoy comienza un tiempo fuerte para los cristianos; se llama cuaresma, y comienza con un rito un tanto extraño, que consiste en echarnos un poco de ceniza por la cabeza, para recordarnos que todo lo que tenemos y somos es caduco, limitado, finito. Y que en esta partida que echamos es preciso el empuje y la fuerza de Dios; esto es: coraje, ánimo, decisión, valentía... y otras tantas cosas más.

Este tiempo es una oportunidad para ser mejores personas. Los antiguos predicadores decían que los “alimentos” básicos de este tiempo son tres. Tal vez nos interese conocerlos, por si nos sirven para mejorar nuestra “salud”.

Uno es la caridad para con los demás. Antiguamente se decía que, durante la cuaresma, había que preocuparse de los pobres dándoles limosna. Pero la caridad va más allá, puesto que nos pide vivir en apertura y en solidaridad hacia los otros durante todo el año.

El segundo “alimento cuaresmal” es el ayuno. Con el ayuno intentamos vencer una actitud que probablemente practicamos con frecuencia: pensar que en la vida todo es felicidad y despreocupación, que las cosas son fáciles y que no hay que sudar para conseguir nuestras metas. Pues bien, cuando nos privamos de comer algo, intentamos con ese gesto convertir nuestro corazón, o, lo que es lo mismo, esforzarnos –como los atletas, que se privan de ciertas cosas cuando están compitiendo– por mejorar en lo más importante: en ser personas.

Y el tercer “alimento” que nos proponen los antiguos “cocineros” cristianos es la oración. La cuaresma puede ser buen tiempo para acercarnos un poco más a Dios. Conviene alimentar nuestra relación con Él, de forma que lo sintamos compañero y amigo.

¿Qué te parece esta propuesta alimentaria? Tal vez sería bueno que aprovechásemos este tiempo, estos cuarenta días antes de la pascua cristiana, para centrarnos un poco más en nosotros mismos, y sacar así el máximo partido a esas cualidades que todos llevamos dentro. 

Jueves: ALEGRÍA EN MEDIO DE TRISTEZA

¡Buenos días! Buenos días, Señor.

Un nuevo día que me regalas.

Gracias con toda la fuerza

de que soy capaz.

Gracias por este nuevo amanecer.

Gracias por este nuevo empezar.

Gracias por tu presencia

que me acompañará en toda la jornada.

Quiero comenzar este nuevo día

con entusiasmo,

con alegría reestrenada,

con ilusión nueva.

Me da seguridad el saber

que Tú estás a mi lado:

en mi familia, en mis amigos,

en la gente con la que me voy a encontrar,

en mi propia persona.

Te ofrezco mi trabajo de este día.

Que mi esfuerzo sea fecundo,

sirva para la felicidad de los demás

y me ayude a encontrar mi propia paz.

Que, con mi trabajo, mi día sea un pedacito

del mundo que busco y sueño.

Ayúdame a llenarlo de entrega y amor.

Señor, que hoy viva de tal manera

que cuantos se acerquen a mi

descubran tu presencia y tu ternura.

Buenos días, Señor.

Un nuevo día que me regalas.

Viernes: EL CULTO QUE DIOS QUIERE 

¡Buenos días! Hubo una vez un monje oriental cuyo sueño era ir al se­pulcro del Señor, en Jerusalén. De aldea en aldea, fue re­cogiendo limosnas y al cabo de muchos años, ya siendo viejo, logró reunir treinta libras, justo lo necesario para el viaje. Hizo penitencia, obtuvo el permiso de su superior y partió. 

Apenas había salido del monasterio, vio a un hombre harapiento, escuálido y triste. El hombre, al oír resonar el cayado del peregrino sobre las piedras, levantó la cabeza. “¿Adónde vas, padre mío?”, le preguntó. “Al Santo Sepul­cro, hermano, a Jerusalén. Daré tres vueltas alrededor del Santo Sepulcro y me arrodillaré allí a hacer oración”. “¿Cuánto dinero tienes para eso?” “Treinta libras”. “Dámelas a mí; tengo mujer y niños y tienen hambre. Dá­melas, da tres vueltas alrededor de mí, arrodíllate y póstrate ante mí y después vuelve a tu monasterio.”

El monje sacó de la bolsa las treinta libras, se las dio al pobre, dio tres vueltas a su alrededor, cayó de rodillas, se postró ante él y enseguida se volvió al monasterio.


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