I SEMANA
Lunes: 4 CONSEJOS
¡Buenos
días!
1) NO
SUPONGAS. No des nada por supuesto. Si tienes duda, aclárala. Si sospechas,
pregunta. Suponer te hace inventar historias increíbles que solo envenenan tu
alma y que no tienen fundamento.
2) SE
IMPECABLE CON TUS PALABRAS. Lo que sale de tu boca es lo que eres tú. Si no
honras tus palabras, no te estás honrando a ti mismo; si no te honras a ti
mismo, no te amas. Honrar tus palabras es ser coherente con lo que piensas y
con lo que haces. Esto te hace auténtico y te hace respetable ante los demás y
ante ti mismo.
3)
HAS SIEMPRE LO MEJOR QUE PUEDAS. Si siempre haces lo mejor que puedas, nunca
podrás recriminarte nada o arrepentirte de nada.
4) NO
TE TOMES NADA PERSONAL. Ni la peor ofensa. Ni el peor desaire. Ni la más grave
herida.
Martes: ¿QUÉ ES LA RIQUEZA?
¡Buenos días! A dos grupos de personas se les hizo
la siguiente pregunta: ¿Qué es la riqueza?
El primer grupo contestó de la siguiente manera:
Arquitecto: tener proyectos que me permitan ganar mucho dinero.
Ingeniero: desarrollar sistemas que sean útiles y muy bien pagados.
Abogado: tener muchos casos que dejen buenas ganancias y tener un BMW.
Médico: tener muchos pacientes y poder comprar una casa grande y bonita.
Gerente: tener la empresa en niveles de ganancia altos y crecientes.
Atleta: ganar fama y reconocimiento mundial, para estar bien pagado.
El segundo grupo contestó lo siguiente:
Preso de por vida: caminar libre por las calles.
Ciego: ver la luz del sol y a la gente que quiero.
Sordo: escuchar el sonido del viento y cuando me hablan.
Mudo: poder decir a las personas cuánto las amo.
Inválido: correr en una mañana soleada.
Persona con una enfermedad terminal: Poder vivir un día más.
Huérfano: Poder tener a mi mamá, mi papá, mis hermanos, y mi Familia.
“No midas tu riqueza por el dinero que tienes, mide tu riqueza por aquellas
cosas que no cambiarías por dinero”
Miércoles: Mi santa voluntad.
¡Buenos días!
Una joven, ya no muy joven, se paraba cada día ante una imagen de la Virgen del Carmen. Hablaba en voz alta y se le notaba como mucho interés en su oración.
Uno de los monaguillos, que la veía un día y otro, sintió curiosidad por saber lo que decía en sus rezos. Se escondió detrás de la imagen de la Virgen y se puso a la escucha. Llegó la mujer y el chaval oyó que repetía: "¿Qué quiere Dios para mí, Virgencita? ¿qué sea casada o que sea monjita?
El monaguillo, pillo como buen monaguillo, respondió:
"¡Monjita!"
Y la rezadora, enfadada, repuso dirigiéndose al Niños Jesús que la Virgen tenía en brazos: "¡Cállate, Niño, que estoy hablando con tu Madre!
Reflexión: ¡Qué difícil nos resulta ser sinceros con Dios! ¡Qué fácil es engañarnos a nosotros mismos! Necesitamos coraje para buscar, sinceramente, el querer de Dios y no el nuestro.
Recuerda: para seguir a Jesús hace falta negarse a uno mismo.