II SEMANA
Lunes: EL PARO LLENA LAS AULAS CON ADULTOS
¡Buenos
días! Hoy os presento una noticia que leí hace unas semanas en el periódico y
que en cierta forma me llamó la atención. La noticia indicaba que la crisis
económica y el paro han vuelto a llenar las aulas de personas adultas. Hay
muchas personas mayores de 18 años que están matriculadas en este curso en
niveles de Educación Básica (Primaria y ESO)
El
perfil de los alumnos son jóvenes de entre 25 y 35 años que no terminaron la
Secundaria y ahora están en paro. Se han dado cuenta de que sin esta titulación
es muy difícil hoy en día encontrar trabajo. Uno de los directores de estos
centros donde se imparten estas clases especiales indica que el paro es lo que
les motiva para estudiar. Pero vemos como en ocasiones no solamente es
encontrar un trabajo. También hay quien quiere seguir estudiando una FP de
grado medio o un Bachillerato. Son personas que en su momento dejaron de
estudiar pero ahora quieren mejorar en su trabajo o preparar una oposición.
Este es el caso de Jorge Gordón que dejó los estudios a los 17 años para ponerse a trabajar. Casi dos décadas después, casado y padre de dos hijos ha decidido volver a estudiar. De esta forma podrá ascender en su trabajo y ser jefe de seguridad lo que le reportaría un mejor sueldo y un trabajo sin tantos riesgos. Para ello ahora le toca compaginar su trabajo de vigilante, el estudio con las clases y su tiempo con la familia. Gracias a su tesón, al apoyo de su familia y a los ánimos de sus compañeros ha ido sacando casi todas las asignaturas de 1º Bachillerato. Él está contento y tiene interés por aprobar y aprender. El caso de Jorge Gordón es un modelo que nos puede servir de ánimo para nosotros en este nuevo día de clase.
Reflexiona: “Nunca consideres el estudio como una obligación, sino como una oportunidad conocer más”.
Martes:
¡UNA FORTUNA!
¡Buenos días! Dios tomó forma de un mendigo,
entró al pueblo y buscó la casa del zapatero. Tocó en la puerta y cuando el
zapatero le abrió y le dijo:
–
Hermano, soy muy pobre.
– No tengo una sola moneda en la bolsa y éstas son mis únicas sandalias.
– Están rotas, ¿me los puedes arreglar?
El
zapatero le dijo que estaba cansado de que todos le venían a pedir y nadie
venía a dar.
–
Pero yo puedo darte lo que tú necesitas – dijo el mendigo.
El
zapatero desconfiaba del mendigo y le preguntó:
– ¿Tú
podrías darme el millón de dólares que necesito para ser feliz?
– Yo puedo darte diez veces más que eso, pero a cambio de algo – dijo el mendigo.
– El zapatero preguntó ¿a cambió de qué?
– A cambio de tus piernas.
– El zapatero respondió para qué quiero diez millones de dólares si no puedo
caminar.
– Entonces puedo darte cien millones de dólares a cambio de tus brazos.
– ¿Para qué quiero yo cien millones de dólares si ni siquiera puedo comer solo?
– Entonces puedo darte mil millones de dólares a cambio de tus ojos.
– ¿Para qué quiero mil millones de dólares si no voy a poder ver a mi mujer, a
mis hijos, a mis amigos?
– ¡Ah, hermano! Qué fortuna tienes y no te das cuenta.
Reflexión: la auténtica fortuna que tenemos no está en las cosas materiales, sino en vivir el ahora y en ser consciente de las alegrías que te ofrece el día a día.
Miércoles: ALEGRÍA EN MEDIO DE TRISTEZA
¡Buenos días! Hoy me gustaría que conocieras a uno de los
grandes artistas de la historia de la humanidad: Mozart. Aparte de ser uno de
los grandes compositores de música fue una persona sencilla, que vivía en la
pobreza pero creaba música para alegrar la vida de los demás.
Apenas si tenía seis años y ya iba de la mano de su
padre recorriendo ciudades y dando conciertos al clavecín de piano. Mozart era
“el niño prodigio de la música”. A los diez años dejó asombrados a los
holandeses, dando un insuperable concierto con el órgano más grande y
complicado del mundo. A los catorce años fue llevado por su padre al Vaticano
para que escuchase cantar un largo Miserere cuyas partituras guardaban con gran
secreto, y estaba penado con excomunión hacer copias de las mismas. Al joven
Mozart le bastó escuchar una sola vez la larga obra para escribir luego la
partitura con sólo tres errores.
De mayor trabajó toda su vida como compositor y
músico de la corte. Pero su vida fue un continuo sucederse de miserias e
infortunios. Vivió siempre entre estrecheces, pasando hambre y frío junto a su
esposa Constanza, una muchacha joven de salud delicada. Tuvieron siete hijos de
los que sólo sobrevivieron dos.
Sin embargo en su música nunca deja que aparezca la
pena o la tristeza. En medio de tantas desgracias fue capaz de escribir
melodías alegres y llenas de vida. El día de su entierro descargó una terrible
tormenta. Tan sólo dos amigos suyos acompañaron el féretro, que fue enterrado
en la fosa común destinada a los pobres.
Pero Mozart triunfó sobre las envidias, la
enfermedad, las deudas y la misma muerte. En vez de dejarse vencer por la
tristeza, fue capaz de componer las más bellas y alegres composiciones
musicales que han perdurado hasta nuestros días.
El 11 febrero, fiesta de la Virgen de Lourdes, se
celebra la vigesimonovena Jornada Mundial del Enfermo, que este año lleva el
lema “Cuidémonos mutuamente”.
A la luz de la cita del evangelio de San Mateo “uno
solo es vuestro Maestro y todos vosotros sois hermanos”, el Papa
Francisco reflexiona, sobre la relación de confianza que es el fundamento del
cuidado del enfermo, destacando que “la cercanía es bálsamo muy
valioso, que brinda apoyo y consuelo a quien sufre en la enfermedad”.
Además, destaca la importancia
de este momento para brindar una atención especial a las personas
enfermas y a quienes cuidan de ellas, tanto en los lugares destinados a su
asistencia como en el seno de las familias y las comunidades. En particular,
señala, a las personas que sufren en todo el mundo la pandemia del coronavirus, así
como a los más pobres y marginados. ¡Os animamos a que prestéis especial atención
a aquellas personas que están enfermas alrededor vuestro y seáis también para
ellos bálsamos que los cuiden y ayuden para que se recuperen y se animen!
Viernes: NUESTRA ROCA
¡Buenos días! ¿Cómo poder decirte que lo eres
todo?
¿Cómo hacer de Ti el centro de la vida?
¿Cómo atreverse a abrazar tu evangelio, sin
reservas?
¿Cómo construir nuestra casa sobre el suelo
firme de tu vida?
Son muchas preguntas, señor. Y, con todo, debe
ser posible. Pero no hay que jugar a decirlo, como que fuera lo más fácil del
mundo. Más bien hay que decirlo en voz bajita, y tratar de ir haciéndolo real. Hacerte espacio lleva tiempo. Supone vaciar
muchos trasteros que tenemos llenos de morralla. Y atreverse a creer en tu
vida.
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