Lunes: La piedra.
Tema: AYUDA.
¡Buenos
días! Un sábado, David y su padre estaban cavando en el jardín de su nuevo
chalet, cuando el pequeño tropezó con una gran piedra.
‐“Tenemos
que quitarla”, dijo su padre.
-“Yo
lo haré”, respondió David, deseando ser útil. Empujó y jadeó hasta quedar sin
aliento, y exclamó derrotado: “No puedo, papá”.
‐“Yo
creo que puedes, si haces todo lo que está en tus manos”, le respondió el
padre. Volvió a intentarlo y la piedra no se movió. Tras el nuevo fracaso, el
padre le preguntó: “¿Ya has hecho todo lo que podías hacer?”. David asintió con
un gesto y el padre, mientras negaba con la cabeza, le dijo: “Hay una cosa que
podías haber hecho y no la has hecho”.
‐“¿Qué?”,
preguntó el hijo un tanto molesto.
‐“Podías
haberme pedido que te ayudara”. En efecto: cuando David y el padre juntaron sus
fuerzas, la piedra se movió.
Reflexión: Señor, unas veces por orgullo y otras por descuido, nosotros dejamos de pedir ayuda cuando solos no podemos vencer la dificultad. Pero también es cierto que, en otras ocasiones, solicitamos ayuda antes de haber agotado todas las propias posibilidades, acostumbrándonos así a la vagancia. Ayúdanos a no ser ni orgullosos ni vagos. Te pedimos por esas personas que la vida ha condenado a no tener medios propios con los que sobrevivir y por aquellos que están dispuestos a ayudar a quienes lo necesitan.
Martes: El muñeco de
sal.
Tema: CONFIANZA EN
DIOS.
¡Buenos
días! Érase una vez un muñeco de sal. Había andado mucho por cálidas tierras y
áridos desiertos. Y un día llegó a la orilla del mar. Nunca lo había visto y
sintió curiosidad.
‐¿Quién
eres?, preguntó el muñeco.
‐Soy
el mar, respondió éste.
‐Pero…¿qué es el mar?, volvió a insistir el muñeco.
‐Si
quieres saber lo que soy, tócame, le contestó el mar. Y tímidamente el muñeco
de sal tocó el mar con la punta de los dedos de su pie derecho. De improviso se
asustó, al darse cuenta que la punta de su pie había desaparecido.
‐Mar
¿qué me hiciste?, preguntó, llorando, el muñeco. Se quedó largo tiempo
pensativo, y, por fin, decidió deslizarse suavemente en el mar. A medida que
entraba en el agua, se iba deshaciendo, diluyéndose… poco a poco… Cuando una
ola lo absorbió por entero, se fundió con el mar y, en ese instante, supo qué
era el mar.
Reflexión: Señor, las cosas no se conocen hasta que no se prueban. Contigo pasa lo mismo: mientras no nos decidimos a abandonarnos del todo en ti, no sabemos quién eres, cómo eres. Ayúdanos a perderte el miedo y a fundirnos contigo, para saborearte. Te pedimos por los que no conocen a tu Hijo, le tienen miedo o pasan de él; y por los misioneros y misioneras que dedican su vida a darlo a conocer.
Miércoles: La
clasificación.
Tema: EGOISMO
¡Buenos
días! El discípulo tenía vocación filosófica y le encantaba conocer todas las
cosas y clasificarlas. Pensaba que así, las dominaba. Lo que no acababa de
clasificar era la multitud de personas que iba encontrando en su vida. Viendo
que el problema superaba sus fuerzas, decidió acudir al maestro. Humildemente,
con una pequeña sensación de fracaso, se atrevió a preguntarle: “Maestro
¿cuántas clases de personas existen?”.
‐Sólo hay cuatro tipos de personas, aunque a ti –pequeño discípulo‐ te puedan parecer infinitas”. ‐“¿Y cuáles son, Maestro?”
‐El,
que habla así: “Lo que es mío es mío; y lo tuyo es tuyo”. El, que exclama: “Lo
que es mío es tuyo también, y lo tuyo es mío”. El, que piensa: “Lo tuyo es mío;
y lo mío sólo es mío”. Y el, que se comporta así: “Lo que es mío es tuyo; y lo
tuyo, tuyo es”.
Reflexión: Señor Jesús: No es un puro juego de palabras lo que acabamos de escuchar, no. La lección de esta mañana tiene mucha miga: sólo el santo es capaz de dar sin exigir nada a cambio. Ni siquiera el enamorado llega a este desprendimiento. Ayúdanos a alcanzar este grado de generosidad. Te pedimos por los hombres y mujeres que viven para los demás. Y por esas criaturas, esclavas de su egoísmo, que son incapaces de dar ni los buenos días.
Jueves: El
espantapájaros.
Tema: AVARICIA.
¡Buenos
días! En un lejano pueblo vivía un labrador muy avaro, que decidió construir un
espantapájaros, para salvaguardar su cosecha. Con unas maderas hizo los brazos
y las piernas; con paja dio forma al cuerpo; una calabaza le sirvió de cabeza;
dos hermosas uvas de ojos; y una zanahoria de nariz. Al clavarlo se dio cuenta
que le faltaba el corazón y cogió la mejor pera del peral y se la colocó como
corazón. Un gorrión voló despacio sobre el huerto dispuesto a comerse las uvas
de la parra. Al ver al espantapájaros, no se atrevió; pero éste, compadecido,
le dijo: “puedes coger mis ojos”. Al rato fue un conejo hambriento quien acudió
por zanahorias; y el espantapájaros, fiel a su amo, prefirió quedarse sin
nariz. Lo peor llegó cuando un niño llorando solicitó al dueño algo de comida
para su madre y éste se la negó. No pudiendo soportar el espantapájaros tanta
avaricia, le dijo al niño: “Te doy mi cabeza, que es una hermosa calabaza”.
Cuando el labrador fue al huerto y vio su espantapájaros sin ojos, nariz y cabeza,
se enfadó tanto que le prendió fuego. Y en aquel instante cayó al suelo su
corazón de pera. El avaro labrador se comió la pera y, desde entonces, sintió
compasión también él de los pobres animalillos, y no volvió a construir más
espantapájaros.
Reflexión: Señor, ¡qué verdad es que el
corazón es el motor de nuestras acciones! De ahí que tú pidas continuamente el
cambio de nuestro corazón. Ayúdanos a perseguir siempre un corazón noble,
generoso, solidario. Te pedimos esta mañana por la gente de corazón sencillo y
generoso; y por los que, tienen un corazón avaro, para que también ellos puedan
llegar a ser personas solidarias y desprendidas.
Viernes: Los
estudiantes asustados.
Tema: CONSTANCIA.
¡Buenos
días! El otro día llegaron a mi despacho una alumna y un alumno juntos. Querían
consultarme su problema común, del que ya habían hablado muchas veces entre
ellos: no se sentían capaces de terminar el curso en el que estaban
matriculados; el estudio se les hacía muy cuesta arriba; los compañeros los
tenían por torpes y sus padres por vagos. Los escuché en silencio y al terminar
de hablar los dos, no se me ocurrió otra cosa que tirar de mis folios y leerles
muy despacito esto: “si cada piedra dijese, con una piedra no se construye una
casa, no existiría ninguna casa; si cada gota dijese: con una gota no se puede
formar un río, no existiría ningún río; si cada grano dijese: un grano no puede
sembrar un campo, no habría cosecha alguna; si cada ser humano dijera: un gesto
de amor no puede salvar a la humanidad, nunca habría existido justicia, ni paz,
ni dignidad, ni felicidad sobre la tierra”. Todavía hoy me pregunto qué tenía
que ver lo que les leí con lo que me dijeron. Pero el caso es que los dos
salieron dispuestos a continuar con su curso.
Reflexión: Señor, la lección de hoy es el
valor de lo pequeño. A veces nosotros nos asustamos del estudio o de otros
trabajos, porque no vemos que el todo es fruto de la unión de pequeñas partes.
Por ejemplo, el Tour de Francia no se corre en un día sino en muchas etapas.
Ayúdanos a vivir con ilusión la etapa de cada día. Te pedimos por las personas
pacientes y constantes, para que no se cansen, porque de ellas es el triunfo; y
por las que se desaniman ante la dificultad de lo que deben hacer.
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